En su editorial de este lunes 4 de abril, Jean-Michel Servant, editor adjunto, analiza la masacre de civiles en Boutcha en Ucrania.

Un grado más en la atrocidad. Como el reflujo de un mar cargado de náufragos, el ejército ruso en retirada deja tras de sí una procesión de cadáveres.

Hombres y mujeres ejecutados y abandonados en las calles, en el suelo, como para mostrar mejor el salvajismo del invasor.

Aterradoras, las imágenes de la carnicería de Boutcha nos recuerdan a las de Grozny, Alepo o Ariha. Conmocionada, la comunidad internacional pide nuevas sanciones y procesamientos contra las autoridades de Moscú pero, como en Chechenia o Siria, sin esperanzas reales de ver algún día a Vladimir Putin comparecer ante los tribunales.

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Una impotencia que nos hace temer lo peor en los próximos días. Otros Boutcha pronto serán devueltos por los sembradores de muerte.

Marta Kleber