Rob Greenfield camina pesadamente por las calles chic de Beverly Hills, desmoronándose bajo casi 30 kg de residuos que ha guardado meticulosamente en su traje de plástico transparente desde el comienzo de su proyecto educativo.

«Para la mayoría de nosotros, la basura está fuera de la vista, fuera de la mente. La tiras a la basura y nunca vuelves a pensar en ella. Quería encontrar una forma visual de ayudar a las personas a comprender realmente lo que representa nuestra basura acumulada», explica el activista ambiental a la AFP.

Como parte de su reto, ha decidido llevar consigo todos los residuos que genera durante un mes entero, recorriendo las calles de Los Ángeles para concienciar a quienes se encuentran con él.

Casi al final de su experimento, Rob Greenfield lleva consigo 28 kg de residuos, principalmente envases, colocados en los enormes bolsillos colocados en sus extremidades, estómago y espalda.

Las piernas están tan llenas que le dan un andar robótico, un efecto reforzado por el sonido metálico de las latas vacías chocando cuando pasa frente a una boutique de lujo.

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Una persona genera más de 2 kg de residuos al día

“De media, una persona genera más de dos kilos de residuos al día, por lo que el disfraz debe poder soportar mucho peso”, explica la ecologista.

«Fue alrededor del duodécimo día que comencé a sentir el peso del consumismo.. Sentí el peso, también vi el resultado y me dije + wow, es una locura la cantidad de basura que recolectamos +”, dice.

El joven, que se enorgullece de tener solo 44 artículos en total para sus necesidades diarias, suele ser un campeón del minimalismo y da consejos en internet sobre cómo consumir y contaminar lo menos posible.

En 2019 se había pasado un año entero alimentándose sin comprar nada comercialmente, contentándose con cultivar y cosechar lo que comía.

Pero a efectos del experimento -que ya había realizado en Nueva York en 2016- dejó de lado sus principios durante treinta días para comportarse como el estadounidense medio.

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«La gente entiende el mensaje»

Gracias a su atuendo y la sonrisa que siempre luce, Rob atrae fácilmente la atención de los transeúntes y satisface su curiosidad sobre los valores que quiere promover.

“La gente entiende el mensaje y me ayuda a llegar a todas las categorías de personas. Entonces sí, algunas personas creen que soy un vagabundo o que tengo problemas mentales pero en general la gente ha sido muy positiva”, asegura.

Marta Kleber