Dos meses después del inicio de las ofensivas rusas sobre Ucrania, llegaron refugiados a la cuenca de Thau. Algunos se están movilizando con voluntarios de la asociación humanitaria Saint-Vincent-de-Paul.

Llegadas desde Ucrania, las diez mujeres que acuden a las instalaciones de la asociación humanitaria tienen todas las edades, todos los perfiles. Saint-Vincent-de-Paul ha puesto a su disposición cinco plazas para un taller de cocina. Una reunión organizada dos veces por semana para preparar almuerzos para llevar solidarios mientras se aprende francés.

Movilización bilateral

Los voluntarios apenas hablan inglés pero están decididos a comunicarse entre ucraniano y francés. Gestos, expresiones faciales, demostraciones, incluso usar un traductor en línea: todos los medios son buenos para hacerse entender. «Es haciendo que aprendemos. Y cocinar trae el vocabulario de la vida cotidiana» desarrolla Marie-Josée, la directora, que admite «Muy contento de ver tanta implicación, por ambas partes».

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“Estoy participando en el taller porque para mí es importante ayudar a la gente, como nos han ayudado a nosotros” explica la decana de las mujeres ucranianas. «Con la situación de Ucrania, si podemos ayudar a alguien, es con mucho gusto. Porque cuando salimos de nuestro país, fuimos muy bien recibidos, tanto en Francia como en Polonia». añade la más joven, discreta.

«Coraje extraordinario»

Georges, cocinero de la asociación, señala que “Es un pueblo que muestra un coraje extraordinario. Estas mujeres han dejado esposos, padres, hermanos, hijos, estos hombres que no pueden salir de su país porque el ejército los necesita”. Para estas mujeres, en cualquier caso, la vida puede continuar hasta que termine la guerra.

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Marta Kleber