Este domingo 20 de marzo, el exmagistrado Régis Cayrol tiene un mensaje sin lenguaje de madera para transmitir.

En la rica imaginación bretona y poblando muchas páginas de literatura y leyendas, nos encontramos con el Ankou.

El Ankou es el sirviente de la muerte, encontrarse con él o simplemente verlo es la señal definitiva de que la muerte se apoderará para siempre de quien se encuentre con él. Este genio mortal ha cruzado las edades y ganó la gran Rusia.

Reencarnándose como este hombre ciego que lanza a su pueblo aplastado una visión de grandeza planetaria, la de una gloriosa Rusia histórica y secular en pos de la cual siembra su mensaje de muerte, usando la vieja y desgastada técnica de la victimización, como Hitler usando los Sudetes como pretexto para invadir Checoslovaquia.

Nos va a decir que Ucrania es nazi y representa un peligro para su país. Los ingenuos se preguntarán sobre la posible veracidad de estas acusaciones de malabaristas e incluso, para que algunos crean en ello, se lancen, para averiguarlo, en videos falsos, a menudo realizados en Moscú, que inundan la web como el que se describe con gran detalle. la presencia en este país ahora martirizado de bases hostiles y canadienses.

Este maestro de las cenizas, firmemente plantado en pesadas y relucientes botas pulidas por las lenguas codiciosas de todos estos oligarcas, saciados como candelabros, gracias a las migajas de fortuna que les otorga con algunos honores de mala calidad, arrojó sobre Ucrania una serie de fuerzas militares. cuya brutalidad y salvajismo, se diga lo que se diga, no son sólo prerrogativa de este maestro perdido en sus divagaciones de pesadilla.

Leer:  “Proteger a los niños”: tras tiroteo en Texas, Biden quiere prohibir venta de rifles de asalto

Este Rasputín moderno sólo temería una cosa: el virus que está inundando el planeta, prueba, pero es en esta desgracia anecdótica que tiene una confianza limitada en la vacuna sputnik, generosamente ofrecida a los países africanos, otra parte del mundo que pretende colonizar, aprovechando la debilidad y la corrupción que reinan allí.

Pero el peligro podría venir de su séquito, de estos notables acurrucados en un murmullo servil, pero muy regularmente diezmados por el amo, de los que podría surgir, mañana o lo antes posible, un príncipe Yusupov que, aunque fuera a establecer levanta mañanas que no cantan para su pueblo, libraría al planeta de este sanguinario dictador, que llegó al poder por las urnas, como nos recuerdan los ingenuos.

Una guerra de mil millones

Y en casa, mientras la ceguera de los políticos les había impedido oírlo refunfuñar, expresando, no tan mezza voce como eso, su deseo de una gran Rusia, la de los zares, la de antes, oscuros individuos lo admiraban, haciéndolo como candidato a Gargamel, ejemplo de demócrata autoritario o presentándolo como el ofendido, por puro antiamericanismo.

Un poco como si Francia pudiera ser víctima de amenazas o ataques desde Andorra o Bélgica. Tal ceguera sólo puede surgir de la militancia dichosa o de la mala fe, que también es militante.

Leer:  La cementera Lafarge acusada de "complicidad en crímenes de lesa humanidad" en Siria

En esta guerra donde, por empeñarnos en comprar gas ruso, los europeos pagamos más de 850 millones de euros al día, ayudándola a financiar una guerra que le cuesta mil millones diarios.

Hoy, exconsumidor compulsivo de testosterona, cuidadosamente escenificado en una sacralización de la virilidad de otra época, convertido en vigoréxico, el Ankou de las estepas sigue sembrando muerte quejándose, casi gimiendo, de que sus víctimas se atrevan a resistirle.

Y quizás arrepentido, pero no es su estilo, de no haber tenido la paciencia, como su maestro Stalin, de asfixiar a este pueblo ucraniano con un implacable holodomor que, en dos años, causó 5 millones de muertos.

Marta Kleber