Amazon tendrá que revisar sus planes para su proyecto de almacén en Belfort. El jueves pasado, el tribunal administrativo de Besançon canceló el permiso de construcción y la autorización ambiental que le había sido otorgada. En concreto, se sostuvo que » el expediente sometido a consulta pública no presenta medida alguna para compensar la desaparición del humedal impactado por el proyecto «. La justicia había sido tomada por dos asociaciones ambientalistas, que disputaron el establecimiento de un edificio de 360 ​​metros de largo y 175 metros de ancho, además de cursos para camiones.

Imagen: Amazonas.

No es la primera vez que la multinacional sufre una derrota en Francia. Recientemente, tuvo que abandonar su proyecto de almacén en Rouen (160.000 m²), en el sitio de la antigua refinería de Petroplus. Mismo escenario en el sur con el abandono en diciembre de un proyecto de centro de clasificación en el Gard (38.800 m²). Varias asociaciones ecologistas se habían manifestado fuertemente en contra de estas dos posibles nuevas instalaciones. Al sur de Nantes, los planes para crear un almacén de 185.000 m² se abandonaron en octubre de 2021 tras » la acumulación de restricciones técnicas y legales que modifican en gran medida el cronograma inicial «.

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Un informe independiente reciente criticó duramente las condiciones laborales en Amazon y explicó que mejorarlas será » uno de los grandes retos del grupo sobre los próximos años. La firma Progexa (asignada por el CSE central de Amazon France Logistique) señala un aumento de la carga de trabajo, una precariedad de la remuneración así como una cuasi paridad cuestionable en la empresa.

Pero Amazon no es el único que tiene que cambiar sus planes: la semana pasada, supimos que Meta estaba suspendiendo su gigantesco proyecto de centro de datos en los Países Bajos. Se espera que consuma 1.380 gigavatios hora (GWh) de electricidad al año y cubra 166 hectáreas de tierras agrícolas. Todo debía funcionar con energía verde y crear 400 puestos de trabajo. Según Reuters, el proyecto no fue bien recibido por los activistas medioambientales, que no querían que la limitada oferta de energía sostenible producida en Holanda fuera utilizada por una multinacional. El problema ambiental surge con cada apertura de un centro de datos: Apple pagó el precio de su proyecto de centro de datos en Irlanda, que fue abandonado en 2018.

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